jueves, 10 de julio de 2008


A un año de mi muerte."
Las circunstancias siempre obligan, impulsan, empujan... Se hacen evidentes e inmensas ante mañanas sin sol. Aquí está una: arropando mis manos, ante el instinto inevitable de soltar las cuerdas de mi violín dormido.
Ha pasado un año, no vivido, no sentido, escapado de mí. He querido aclarar esta mirada que se empaña a destiempo. ¡Dios! ¡Cuánta necesidad de cercanía! ¿A qué? ¡A mi misma!
Me pregunto hasta cuándo tendré que estar ausente de mí, o quizás ya soy otra, ya me pierdo, ya me detuve a morir.
Intento desplegar mi realidad a los pies del camino. Involucrarme perfecta, fiel, absoluta. Y caigo, emerjo, grito, desespero... Me rehúso a simplificarme el alma... ¡Qué no! Preciso seguir siendo. Batirme altiva con las miserias humanas. Romperle a dentelladas la risa al descaro cruel del universo.
¡Bendito sea que aun conservo intacto mi paisaje de sueños: Irrepetible, Inmenso, sólo para mí!
Necesito volar, volcar la luz a mis espaldas... arrebatarle al silencio la virginidad perdida de la última vez.
No sé... no sé si despedirme a las espaldas del “Adiós” o conquistar con soledades la relación absurda de mi tiempo.
¡Ay de la verdad que espanta!! ¡Ay de la enajenante intimidad del viento sin mi piel!!

No hay comentarios: