lunes, 19 de enero de 2009

Red shoes o los zapatos rojos de la rubia.


El zapato de plataforma rojo, aplastó con saña el último cabo de cigarrillo de la noche. Su compañero lo observó con burla y algo de pena… “siempre lo cogen para eso… “-pensó-, menos mal que voy en su pie izquierdo; él ya tiene un cráter cenizoso de tantos que han apagado su suela… aunque bueno… a él siempre lo escogen para acariciar otras piernas por debajo de la mesa y si hay que levantar a alguno de los dos sobre el lavamanos resbaladizo y húmedo de un baño… él es el protagonista, el testigo, el fisgón!!! Enrojeció mas allá del color de su piel, logrando que a su dueña se le doblara el tobillo.
-Estos zapatos de mierda!- Gritó la rubia adolorida, mientras hacia círculos con la palma de sus manos en la parte posterior del pie. “Conseguí lo que quería”-pensó el zapato- que caricia tan divina!. Por primera vez la tenia entre su piel.
Ella era una rubia enorme que bailaba en un “teibol” en el centro de la ciudad. La había conocido tres meses atrás, cuando enloqueció al verlo junto a su “colega” en un estante de Fenzo. Resultaron ser “el par” que ella necesitaba para sostener aquellas longitudinales piernas que parecían ser un continente aparte de sus caderas, unido a estas por el puente de su cintura. Pagó enamorada los 500 euros y se los acomodó allí mismo. Eran rojos, eran altos, eran cómodos, sensuales y combinaban perfectos con el minúsculo trapito que cubría su “triangulo de las bermudas”, al comienzo del show. Aquella mujer controlaba el clima y subía de 6 a 22 los grados de temperatura cuando tentaba con sus rodillas angulosas el palo de metal. Todos deseaban que ella fuese una banderola y ensartársela al toro enfurecido y bufante. La rubia seducía aquel palo que de haber tenido poros la hubiera absorbido, desde la primera vez en que su sexo vivo, lo embistió sin piedad para trepar hasta su cima. Ya él conocía su olor a mujer fatal y sabía que ella dominaba muy bien el oficio, pero que no le ponía el alma. La rubia… no hacia aquello por placer. De lo contrario, no disfrazaría el color de su mirada con unos lentes azules, sus pestañas no serian pencas de palmeras y su cara no tendría cada noche todos los oleos de Picasso.
Guty venia a verla todos los viernes, cuando la propina en el bar, alcanzaba lo suficiente para gastarse unos euros de mas, que pernoctaban felices entre las descomunales glándulas mamarias de la rubia. Guty, le doblaba dentro del billete un pedazo de papel con su teléfono.-"Que perdida de tiempo ella nunca sabrá entre tantos billetes, cual es el mío”- pensaba- Aunque, quien sabe si un día no tiene a quien llamar en un apuro y me marca a mi?
Pero ella, por más de seis meses, no le marcó en ninguna de las noches siguientes a ninguno de aquellos viernes. Que raro… “Si ella hasta me sonríe”, se consolaba Guty. “Estoy obsesionado… lo se, pero ella es mi ideal de mujer, yo jamás me fijaría, por ejemplo, en la vecina de al lado, la que se mudó hace unos meses…que me mira y me mira, con sus espejuelos de plástico retoñando en su nariz y una tonelada de libros grises abrazándola, o en Julia, la mujer de mi amigo Cesar, tan desabrida como una galleta de dieta..o no no...!! o en Marcia, mi companera del bar que parece una calcomanía de refrigerador plana por delante y más plana por detrás... . Por eso prefiero que tu seas "Mi Soledad" “ – decía mientras gastaba con sus ojos una foto de su teibolera.
La rubia logró controlar sus pasos hasta el baño del restauran que cada madrugada, le servia para nacer y morir. Pestañas, lentes, peluca, pedazo a pedazo iba pariendo a una mujer desconocida.-"No lo puedo creer, se me quedaron los tenis!!!!"- Pensó, mientras hurgaba desesperada el agujero enorme de su bolsa- Bueno, precisamente hoy que me vire el tobillo, pero que mas da, nadie se va a dar cuenta.
Tomó un taxi moribundo hasta su casa y busco adolorida el elevador. Una mano evitaba que la puerta se cerrase al escuchar sus pasos. Ahí estaba Guty, impasible y burlesco. Ella masculló un “hola” nervioso desde el cristal plástico que protegía sus ojos negros. El, devolvió el saludo carente de sonido y bajó la mirada al piso hasta toparse con unos cansados zapatos de plataforma rojos y pensó: “Estoy enloqueciendo…ya hasta veo sus zapatos en los pies de mi vecina”- Y salió del elevador,huyendo de ella, para correr a hacerle el amor a la rubia, en la frialdad de su cama vacía.

miércoles, 14 de enero de 2009

Desempolvando Mundos.



 
Fierro despertó una gélida mañana del verano pasado. Reparó en que la ventisca se había instalado entre las esquinas de sus ojos y el borde negro grisáceo de sus espejuelos protectores. Desde su tímpano izquierdo, crecía perfecta una enredadera de alambre dulce, a la cual se aferraban con miedo sus audífonos para aislar el ruido. Abrió la boca y la  recorrió diente a diente con su lengua serpentina; comprobó que estaban intactos. Tragó saliva mezclada a herrumbre y humedad. Un eructo proveniente del humo de cigarros milenarios estremeció su tórax, hasta chocar y difuminarse entre las paredes de su cuarto. Dos piernas violáceas y cansadas, asimilaron por inercia un primer paso. Tenía uñas en los dedos de sus pies y no tuercas: sucias, encorvadas de lo largas, pero uñas. Una cicatriz en su clavícula asomó al mundo de sus manos enguantadas entre extrañeza y olvido. Desde el fondo de su cerebro fragmentado pero aún con materia suficiente brotaron tres preguntas mudas: ¿Quién soy?... ¿Por qué estoy aquí?...¿Tendré Amnesia? Cansadamente fue despojándose de sus guantes, luego vinieron a astillarse al piso aquellos pesados espejuelos y, aunque sangraron, sus dedos afilados sirvieron para cortar el alambre que lo emancipó de los horrendos audífonos.

 Comprobó que no estaba mudo como había pensado por aquellos largos ocho años. Se recorrió despacio: recovecos, poros, pliegues. ¡Aquello era piel!!! Estaba intacto aún,  pero ¿de qué? ¿De sí mismo, del mundo, del tiempo? No sabía: Intacto!
Un ruido ensordecedor, pero conocido lo sorprendió en forma de latido, venía desde sus adentros. Por una hendija de su lóbulo izquierdo observó un macro corazón luchando por gritar sangre, sangre que devino en un líquido salado que le inundó la córnea. ¿Quién soy?... ¿Por qué estoy aquí? A unos pasos de su yo, yacía un libro blanquecino, impasible y dormido.

Fierro se acercó con sigilo, dispuesto a darlo todo, a conquistar aquel territorio de papel. Lo palpó con el temor del hombre que descubre la realidad de una virgen y trazó con sus dedos, caminos sobre el polvo inerte de la cubierta. Una página, dos, diez, mil…Imágenes, dolor, gloria: ¡Respuestas! El mundo no era de metal. La luz no era de hielo y él ¡ Era un Hombre!!!! Era un hombre, mezquino, y bondadoso envidioso y seguro, ladrón de sus propias mentiras, fiel y profundo… tantas cosas: Hombre, tantas cosas: Hombreeeeeeeee!!!!!
Su grito descompuso el silencio hiriente, fracturando en tres, el espejo que lo observaba desafiante. A sus espaldas, una guitarra acunaba un cuerpo de mujer, sobre las hojas arrugadas de un cuaderno... Fierro despertó del teatro metaloide que había sido su vida y se parió una musa.

Una mujer, el tren y una botella de vino.


Para J. B. por la inspiracion.

Ella se sacudió el cabello arremolinado de gitana en celo, buscando vaciar su mente de ideas. Miró a la estación vacía y comprobó que su tren, una vez más, se había marchado. Con un halito de angustia ya intrínseco a su realidad, buscó el banco de madera, tallado por Penélope millones de veces. Acomodó sus cuerdas y una a una fue atándolas desde sus zapatos hasta los tornillos del piso, cuidando de que el viento no se la llevase como aquella vez en la que fue a parar a los pies de aquel imbecil que le destruyó su castillo de arena. Se estiró a la larga, fundiéndose a las tablas del banco magistralmente, como si de él hubiera nacido. Quedó cara a cara con las estrellas. Las contempló con los ojos cerrados y rió enloquecida. No las voy a mirar… ya me las se de memoria, todos los días, la misma cosa. Una vez más… Mhh, una vez más… Debería pasar la noche allí… como tantas otras, esperando a su tren… andamiaje de hierro, único trasporte hacia su yo, que siempre llegaba, cuando le daba la gana, no cuando ella necesitaba.
-Pero no hay trenes sin pasajeros!!! Me oíste?? -Gritó sin conseguir que el guardián de la estación, dormido en el pasado la escuchara.- Y aunque llegues cuando te parece, yo se que tu también me esperas!!!
Y volvió a reír… pero se incorporó sobresaltada con el roce hiriente de una mano en su rodilla:
-Hola mujer… yo también lo estoy esperando.
Ella se cubrió los ojos para ponerle figura a aquella voz. La lámpara de luz de neon, la encandilaba. Era un tipo delgado, de nariz afilada y piel bronceada, con un pañuelo en la cabeza, unos mahones mullidos y una botella de vino en las manos:
-Quieres un poco?
Ella respondió a medias:
-Me va a quitar el frío...
Y se prendió a la botella. Liquido caliente, que la recorrió como catarata enfurecida, desde el dobladillo de su falda negra, el contorno de su cuerpo helado , despertando sus pechos dormidos, hasta llegar a las costuras de sus botas, … una dos, tres veces bebió de el… Dame más… quiero… y se entabló una lucha amistosa por conquistar la sima* de aquel recipiente bendito. Así estuvieron horas, hurgando con palabras las historias de sus vidas, sus secretos y sin permisos previos se abrieron a la oscuridad en un mar de confesiones, de piel, de augurios y de tristezas… hasta que se terminó el líquido y rompieron exhaustos a cruzarse los caminos, con los pies sangrantes, pero con el alivio de acabar la espera. Amaneció tras el sonido doloroso de una mole herrumbrienta, encabritada, anunciándose. Pasaron cinco, hasta completar 20 minutos. Entre los rieles, aferrándose a un futuro improbable, un tren espera la llegada de dos pasajeros perdidos.

LOS RECUERDOS DE CRISTA. 31 DE DICIEMBRE DE 2004.

Crista bajo del avión, temblorosa; como si la fuesen a detener en cualquier instante. Matamoros resultó tranquilo a pesar de las historias que había escuchado. Por una parte le tranquilizaba la presencia de Danilo, su guardaespaldas; un hombre brillante y muy organizado, quien se había encargado de mostrarle los lugares mas divinos de la zona colonial en el Distrito Federal. Gracias a él, Crista pudo saborear arquitectura, gente, historia y tiempo mexicanos en pocos días; pero por otra, la incertidumbre sobre lo que sucederia en las próximas horas, la mantenía inquieta y alerta. Tomaron un taxi hacia el pueblo y allí desayunaron en calma. Danilo le inspiraba paz. Había logrado ganarse la confianza de Crista en muy poco tiempo, algo que a mucha gente le ha costado siglos. Conversaron por un largo rato sobre la estrategia siguiente, hasta que él le indico que fuese al baño a quitarse el maquillaje, cosa que para ella no fue del todo agradable, pues su madre le había enseñado a presentarse siempre arreglada en cualquier situación; pero en aquel momento, era necesario. Tomaron un taxi y en un corto recorrido llegaron al puente.
-Iré contigo hasta la garita, a partir de ahí continúas sola; pero no te preocupes, yo estaré observándote y al tanto de todo. Recuerda no mirar hacia atrás.
El corazón de Crista comenzó a gritar dentro de su pecho. Aquel camino era decisivo e irreversible. Depositó los cinco pesos mexicanos y cruzó la garita sin problemas y sin mirar hacia atrás, pero con la sensación de estar desprendiéndose de algo. Comenzó a caminar, lo más rápido que la impulsaron sus pies, pero aquella distancia se le hizo enorme. Por su mente pasaron miles de imágenes. Crista se escuchó llorar su primer llanto de vida, vio sus primeros pasos, su primera escuela, sus padres, hermanos… el mar, los puentes… una mezcla asfixiante de escenas que se agolparon dándole la fuerza necesaria para acercarse al guardia del otro extremo: la vía hacia sus sueños, el pasadizo hacia la libertad… "En cadenas, vivir es vivir en afrenta y oprobio sumido":
-Soy cubana y vengo a acogerme a la ley de ajuste.
El hombre sin mirarla le respondió:
-Tiene sus documentos?
-Si… dijo Crista casi sin voz…-el hombre los miro-
-Entre y espere su entrevista.
Crista se acerco al grupo de los suyos… Cómo supo que eran ellos? Los hubiera reconocido entre millones.
-De dónde eres? Preguntó un joven alto, delgado, “el líder”
-Cubana.
-Eso lo sabemos, de que parte?
-Matanzas y ustedes?
-Camaguey, Habana, Guantánamo… Como llegaste?
-Por Cancún… hace unos días.
La miraron, se miraron. No dijeron nada.
Crista escuchó su nombre y acudió presta. La entrevistó un chicano que le hizo recordar a Gilberto Santa Rosa.
-Pescó mucho en el barco?
-No… yo no se pescar… puedo avisar a mi familia que estoy aquí?
-Más tarde.
-Cual es la razón por la que esta aquí hoy?
-Para acogerme a la ley de ajuste cubano…
-Esa ley ya no existe… solo puedes pedir asilo político…
-Que no existe!?
-No.. no existe… escucha María… -Dirigiéndose a otra oficial- Ella no sabe que la ley de ajuste cubano no existe… te puedo ayudar solicitándote asilo político…
-Crista se sintió coaccionada… con una presión que le tensaba las sienes, pero por la firmeza de las palabras de aquel oficial, no tenia opción.
-Esta bien… pídame asilo político.
-Completa este formulario y espera, tendrás que esperar bastante.
-Cuantos días estaré aquí?
-Varios… llegaste en fin de año… todo toma más tiempo, de aquí te llevaran a otro sitio y manana a Puerto Isabela.
Llegadas las diez de la noche, Crista fue despojada de todo artículo cortante o punzante… chequeada como una criminal y subida a un bus escalofriante que la llevó , junto al grupo de cubanos, a una prisión enorme que a ella le pareció Alcatraz, aquel centro penitenciario que tanto mencionaban en las películas. La llevaron “Al Cuarto Frío”; le dieron una manta que le sirvió de colchón y para cubrirse. Así celebró Crista, la noche del 31 de Diciembre de 2004, en suelo americano; como le había pedido semanas atrás a “La Milagrosa.” Cuatro años después, Crista ha crecido bastante, pero el frío de aquel cuarto y de aquel 31 de Diciembre no logra salirse de su piel.

Mi familia

Me rehúso a compartir con otra familia que no sea LA MIA!!! Es como la canción infantil de “Señora Santana”, en la que al niño se le pierde una manzana y cuando le dan otra, responde: “Yo no quiero una, yo no quiero dos, yo quiero la mía, que se me perdió”.
Espero que me entiendan y que aquellos que llevan 4 anos tratando de halarme de las orejas y sacarme de la cama sin éxito, no se ofendan. No quisiera herir sensibilidades… pero que puedo hacer? Hoy no estoy triste… pero tampoco quiero estarlo viendo gente reunida… Mi familia materna solía hacer una fiesta hasta por la muerte de una mosca… eran muy alegres… muy unidos. La última fiesta en la que compartí con ellos fue la celebración de los 90 anos de mi abuelita, quien, por cierto, mañana cumplirá 95.
Aquel día, se contaron en mi casa 80 personas y cerca de 5 perros. (No como los de aquí, olorosos, divinos y refinados como Picazo el perro de una amiguita prima colega mía a quien ahora le ha dado por decirme inmadura por andar todo el tiempo en Facebook, aclaro, me lo dice mi amiguita, no el perro… sino callejeros y cubanos, pero nuestros)
Mi amiguita prima colega quizás tenga razón y como siempre me ha hecho reflexionar.
Mi “adicción” por Facebook se puede llamar “Alienación”. Quizás un día me despierte siendo una cucarachota o en este caso, un chip electrónico.[ Leerse La Metamorfosis de mi tío Kafka para entender] Pero este mundo virtual me da la posibilidad de interactuar, conocer personas maravillosas, ofrecerles mi carino, mis consejos, mis estados de animo y mi realidad. Con ellos no corro el riesgo de sufrir decepciones o de tener que despedirme.
En mi vida hay gente insustituible, momentos incomparables y afectos irrepetibles. Prefiero quedarme en mi universo, recordando mi manzana perdida y deseandoles desde mi corazon: "Feliz Navidad"

Mi pesadilla

Tengo una pesadilla que me perturba desde hace muchos anos y la describo de esta manera:
Siento la sensación de que un “ente” oscuro quiere apoderarse de mi cuerpo y lucho contra el, cruzando mis dedos, mientras pongo mis brazos en forma de cruz. Rezo Padres Nuestros hasta cansarme y convulsiono. (La ultima vez, recuerdo haber llamado al 911 en el sueno.) Al otro día, amanezco sin fuerzas, inerte y el recuerdo (y el miedo) de esa terrible pesadilla, me acompañan por varios días. Esto no sucede a menudo; quizás tres o cuatro veces al año. De hecho, prendí la luz ahora, por si acaso.
Ayer le comenté sobre este sueño, a un hipnotizador, amante como yo de los Rosacruces, el Reiki, la parasicología, la metafísica y otra serie de mundos interesantes. Según sus argumentos, el motivo de mi pesadilla (tras consultar el diccionario de los sueños), cuando se sueña con demonios o espíritus del mal es porque se carga una culpa . En el momento refute su argumento diciéndole que desde hace 4 anos, si me siento culpable… (Por haber dejado a mi familia en mi país, a mi madre que tiene alas y aureola y es el mas lindo de todos los Ángeles) pero esta pesadilla me acompaña desde la adolescencia… Y de esa época no cargo culpas… Será que estoy pagando un karma anterior?
Con escribir todo esto, pretendo hacerme consciente de esta pesadilla y escribirle lo siguiente:
La próxima vez que aparezcas, estaré lista a derrotarte. Porque Dios esta dentro de mi y no te temo. Bastaran mis ojos para clavarte la estaca y que desparezcas para siempre de mis noches y mi recuerdo. Bastara mi voz para orar lo suficiente y vencerte; porque SOY UN SER DE LUZ y no puedes conmigo: Padre Nuestro que inundas mi vida: Santificado sea tu espíritu que me acompañará eternamente. Venga a mi tu luz y tu mano, hágase en mi tu voluntad de Creer en ti por sobre todas las cosas. Reparte tu pan y tu misericordia entre aquellos que me han ofendido. Llévame al camino que tú has transitado, sabiendo luchar contra la tentación. Confío en tu luz, Así sea.

viernes, 2 de enero de 2009

Tiempo

Si en encontrarte se basara mi existencia, andaria corriendo a despertarme eterna en cada amanecer de tu mirada. Si la palabra de tu tiempo fuera mia, me haria constructora del futuro entre tus manos. He de reirme inerte del silencio, en que no evocas la verdad por cobardia y sembrarte en el pasado sin reprocharte adios sin despedida.
No estas y es lo que importa, como no nace en mi la primavera, ni el viento ni el deseo.
No estas y no te busco porque eres yo, desde mis suenos.