miércoles, 14 de enero de 2009

LOS RECUERDOS DE CRISTA. 31 DE DICIEMBRE DE 2004.

Crista bajo del avión, temblorosa; como si la fuesen a detener en cualquier instante. Matamoros resultó tranquilo a pesar de las historias que había escuchado. Por una parte le tranquilizaba la presencia de Danilo, su guardaespaldas; un hombre brillante y muy organizado, quien se había encargado de mostrarle los lugares mas divinos de la zona colonial en el Distrito Federal. Gracias a él, Crista pudo saborear arquitectura, gente, historia y tiempo mexicanos en pocos días; pero por otra, la incertidumbre sobre lo que sucederia en las próximas horas, la mantenía inquieta y alerta. Tomaron un taxi hacia el pueblo y allí desayunaron en calma. Danilo le inspiraba paz. Había logrado ganarse la confianza de Crista en muy poco tiempo, algo que a mucha gente le ha costado siglos. Conversaron por un largo rato sobre la estrategia siguiente, hasta que él le indico que fuese al baño a quitarse el maquillaje, cosa que para ella no fue del todo agradable, pues su madre le había enseñado a presentarse siempre arreglada en cualquier situación; pero en aquel momento, era necesario. Tomaron un taxi y en un corto recorrido llegaron al puente.
-Iré contigo hasta la garita, a partir de ahí continúas sola; pero no te preocupes, yo estaré observándote y al tanto de todo. Recuerda no mirar hacia atrás.
El corazón de Crista comenzó a gritar dentro de su pecho. Aquel camino era decisivo e irreversible. Depositó los cinco pesos mexicanos y cruzó la garita sin problemas y sin mirar hacia atrás, pero con la sensación de estar desprendiéndose de algo. Comenzó a caminar, lo más rápido que la impulsaron sus pies, pero aquella distancia se le hizo enorme. Por su mente pasaron miles de imágenes. Crista se escuchó llorar su primer llanto de vida, vio sus primeros pasos, su primera escuela, sus padres, hermanos… el mar, los puentes… una mezcla asfixiante de escenas que se agolparon dándole la fuerza necesaria para acercarse al guardia del otro extremo: la vía hacia sus sueños, el pasadizo hacia la libertad… "En cadenas, vivir es vivir en afrenta y oprobio sumido":
-Soy cubana y vengo a acogerme a la ley de ajuste.
El hombre sin mirarla le respondió:
-Tiene sus documentos?
-Si… dijo Crista casi sin voz…-el hombre los miro-
-Entre y espere su entrevista.
Crista se acerco al grupo de los suyos… Cómo supo que eran ellos? Los hubiera reconocido entre millones.
-De dónde eres? Preguntó un joven alto, delgado, “el líder”
-Cubana.
-Eso lo sabemos, de que parte?
-Matanzas y ustedes?
-Camaguey, Habana, Guantánamo… Como llegaste?
-Por Cancún… hace unos días.
La miraron, se miraron. No dijeron nada.
Crista escuchó su nombre y acudió presta. La entrevistó un chicano que le hizo recordar a Gilberto Santa Rosa.
-Pescó mucho en el barco?
-No… yo no se pescar… puedo avisar a mi familia que estoy aquí?
-Más tarde.
-Cual es la razón por la que esta aquí hoy?
-Para acogerme a la ley de ajuste cubano…
-Esa ley ya no existe… solo puedes pedir asilo político…
-Que no existe!?
-No.. no existe… escucha María… -Dirigiéndose a otra oficial- Ella no sabe que la ley de ajuste cubano no existe… te puedo ayudar solicitándote asilo político…
-Crista se sintió coaccionada… con una presión que le tensaba las sienes, pero por la firmeza de las palabras de aquel oficial, no tenia opción.
-Esta bien… pídame asilo político.
-Completa este formulario y espera, tendrás que esperar bastante.
-Cuantos días estaré aquí?
-Varios… llegaste en fin de año… todo toma más tiempo, de aquí te llevaran a otro sitio y manana a Puerto Isabela.
Llegadas las diez de la noche, Crista fue despojada de todo artículo cortante o punzante… chequeada como una criminal y subida a un bus escalofriante que la llevó , junto al grupo de cubanos, a una prisión enorme que a ella le pareció Alcatraz, aquel centro penitenciario que tanto mencionaban en las películas. La llevaron “Al Cuarto Frío”; le dieron una manta que le sirvió de colchón y para cubrirse. Así celebró Crista, la noche del 31 de Diciembre de 2004, en suelo americano; como le había pedido semanas atrás a “La Milagrosa.” Cuatro años después, Crista ha crecido bastante, pero el frío de aquel cuarto y de aquel 31 de Diciembre no logra salirse de su piel.

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