miércoles, 3 de julio de 2013

La historia sin futuro.

Hay un sentimiento interior más fuerte que yo, en ocasiones siento que me va a derrumbar. Es miedo: miedo por Cuba. Lo escribo y siento el escalofrío. Siempre dije que Cuba vivía “Un holcausto” paulatino, refiriéndome a la destrucción de su sociedad, de sus valores, de su humanidad. La isla ha “sobrevivido” todo este tiempo, manejada por un sistema que inhibe el pensamiento de sus habitantes. Los cubanos son objeto de un experimento que al régimen le ha dado resultado por medio siglo (no se hasta cuando.) Me explico: Lo primordial para un ser humano es cubrir sus necesidades económicas. Este ha sido el juego utilizado por la dictadura: mantenerlos “expectantes” ante “la llegada”. Llegada de “la canasta básica” (Racionada y jamás balanceada) de alimentos, de manera parcial; para de esa forma, cuando están a punto de gritar porque “Se terminó el aceite”, sientan el alivio porque “Llegaron los huevos”. La manipulación emocional impide que el ser humano reaccione por impulso propio. Es por ello que muchos se preguntan por qué no ha existido una rebelión en la isla. En mis debates sobre “la solución” a la paupérrima situación que vive Cuba, siempre dije que para mí la única seria “Una  guerra civil”. La bloguera cubana “Yoanys Sanchez”, en su cobertura por el huracán Ike, manifestó este temor. Lo cierto es que este país, que fuera antaño uno en vías de un esplendoroso desarrollo, resulte ahora casi un “Cementerio de edificaciones, principios y futuro”. El comunismo, como todo dogma, inhibe el razonamiento y cerca al ser humano en su propio yo. El cubano, conocido en el mundo por su solidaridad, su alegría y espontaneidad, ha pasado a convertirse en ente expectante que actúa a la defensiva: Familias segregadas en su propio seno, amistades inexistentes, imposibles: Gente enajenada, casi “zombis”, peleándose por artículos electrodomésticos que el sistema “Rifa” entre los trabajadores que tratan de “Pasar un por encima de otro” para conseguirlos; profesionales cansados de salarios inservibles, “sirviendo” a un turismo que en absoluto beneficia al pueblo, niños desvirtuados, confundidos cuando los llaman “La esperanza del Mundo”… ¿De ese mundo? Imagino que los niños cubanos sientan una presión muy fuerte al pensarse “salvadores” de esa barca sin rumbo por las aguas del Caribe. 
Hoy Cuba y Catástrofe son sinónimos, sinónimos enmarcados por un signo de interrogación gigante, por una incertidumbre absoluta. Unos se atreven a comparar la situación con la historia del arca de Noe, para otros es una “depuración necesaria” para dar comienzo al cambio y para los creyentes, es la respuesta de una virgen molesta con una dictadura demasiado larga. Yo no tengo adjetivos, los míos, ante la impotencia, se convierten en un liquido salado que se antoja por salir de mis ojos.

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