jueves, 10 de marzo de 2011

DE ESCRITORES Y OTRAS REALIDADES


La soledad, para un escritor, es el momento épico, la necesidad inevitable, la comparecencia exclusiva con su Yo; el espacio infranqueable en el que lo único ajeno admisible es el soporte sobre el que se volcarán las ideas. Un escritor no es bueno, ni malo, por ello. Su necesidad de estar solo, incluso, lo supera a sí mismo y lo domina.

Según Antonio,un amigo, los que tenemos la condición bendita o maldita de escribir, estamos destinados a la soledad; tiene razón. No todo el mundo entendería que una persona pueda estar el día entero sin levantarse de un ordenador, ignorando necesidades imprescindibles como comer y dormir; como bañarse o peinarse… eso sólo lo hace un escritor. La gente observa el efecto “Musa” o “Muso” como algo fantástico, en cambio, no existe mayor prueba de su existencia y total veracidad, que un escritor.

Un escritor puede obviar la taza sucia de café de ayer y dejar que ésta se convierta en “la taza de la semana pasada sin asombrarse y hasta incluso, dedicarle el poema: “Mi amante de porcelana”. Un escritor puede estar inundado de cenizas, sumido en un letargo desesperante y no significa, precisamente, que esté loco.

Un escritor es una persona triste; necesita de estados de ánimo variables, para darle matices y vibraciones a sus letras (Hablo de los de verdad, no de los que escriben por encargo.) Para un escritor la adaptación social resulta cruel, la realidad le dista demasiado de su mundo de ficción; en cambio tiene el don de la omnipresencia y puede cruzar un puente en Atenas o perderse en una duna del desierto Dasht-e-Kavir y disfrutarlo con la veracidad del momento vivido.

Un escritor es a la vez, muy afortunado: Si le falta el Amor, lo pare en un verso; puede prescindir del sexo (el placer de la creación lo suple) y el dinero no es lo más importante para él. (No sé si considera la austeridad como algo necesario o literariamente hereditario; pudiera ser que le resulte: “artística”.

No es aconsejable invadir el territorio de un escritor… De hecho, creo que ya les he permitido demasiado tiempo y espacio.

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